Se nos ha caído el andamiaje y
resulta que detrás de las lonas con preciosas representaciones del apartamento
en la costa decorado en estilo “Urban chic”, sólo había escombros. “Gregorio, coge el ático, te conviene”
decía el director de su banco, o del mío,
que igual da. Y ahora resulta que Gregorio está jodido, que unos tipos listos
han decidido aplicarle "medidas", porque él es un simple funcionario
y ya se sabe, un funcionario puede ser Licenciado en Historia, pero nada
comparado con ellos que lo dejaron en segundo de ESO para formarse en las
juventudes del partido.
Así que Goyo a perdido la entrada del apartamento,
30.000 euros del ala que ahorró veraneando en el pueblo con los abuelos los últimos
12 años y aprovechando para llevarse a Madrid un morcón, dos longanizas y un
saco de patatas regalo de la tía Gertrudis, ochenta y tres años y aun sembrando la
huerta.
Lo de menos son los treinta mil talegos que dejó
sobre la mesa del notario y nadie sabe dónde han ido, ninguno, ni el notario, ni aquel señor del BMW que
decía henchido “Oiga, mis obras siempre
las mejores calidades”, ni el director de su banco que insistió en concederle algo más en la hipoteca y ahora
afirma que le debe un riñón y la casa de Alcobendas. Ahora Goyo anda medio
deprimido y me habla como en un susurro mientras yo suelto un sonoro “¡Hijos de puta!”. Los dos nos callamos,
miramos la pantalla del bar donde unos
golfos con corbata, mercenarios de otros tantos cuatreros, gritan como posesos defendiendo a sus amos, los de la banda que atracó
una mala tarde a Gregorio ante notario, los que arruinaron el banco que se
llevo los dineros y el piso de ese hombre a cambio de nada, los que le han
bajado el sueldo para salvar el banco de la ruina y la señora madre de tanto personaje .
Los
mercenarios de la tele, les decía, gritan y se enzarzan en una pelea dialéctica
fingida a ver quien defiende más y mejor a esa otra pandilla de grandes salarios,
Audis y mangancia, de frases huecas y mentiras, cantamañanas que no saben lo
que cuesta llegar a casa y mirar de frente a la parienta cuando afirma “Ya te
dije que tuvieras cuidado”. No lo saben, ni lo sabrán nunca, porque son
capaces de mentir a su madre y sonreír,
de hacer declaraciones ostentosas conociendo a ciencia cierta que nada es verdad, porque ellos ya tienen el chalet en
Sotogrande, el daiquiri cada noche en la juerga pagada en cualquier rincón de
este infame pudridero en que han convertido un país de honestos Gregorios
confiados que han perdido lo más grande, la esperanza.
Así que salimos a la calle y
mientras parados en el borde de la acera digo adiós a Goyo,las cosas del destino, un muy conocido de esos servidores de la patria se
baja del coche al borde del paso de peatones y nos golpea con la puerta
al abrirla, se gira un momento, nos observa con la altanería de quien cree estar por encima de la media y al margen de todas las cortesias y luego, con hechuras de coronel de infantería, le dice al chofer
muy solemne “A las cuatro y veinte aquí, que no quiero alargar esta comida”, le
miro, me mira, me cago en sus muertos por lo alto y el muy cabrón, como que no
quiere la cosa...va y me pisa. Gregorio, viendo
la que se avecina, me coge por la espalda, agacha la cabeza, me empuja suavemente
para dejar el paso libre al interfecto, el fulano no se corta y aún nos mira
como un rotweiler al que robaras su
comida y Gregorio, flaco, alto, sabio que te rilas, se encoge de hombros y me
dice “Déjalo, no merece la pena matar a
uno, de cerdos como este tenemos llena la
porqueriza”
Así stamos jodidos como tu dices
ResponderEliminarYo tambien grito ¡HIJOS DE PUTA!
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarQue grande . que grande. Que grande.
ResponderEliminarGraciasd amigo
Resume lo que está pasando, la rabia, todo. Un abrazo para el autor, le siento mi amigo sin conocerlo.
ResponderEliminarY yo se lo repito. SON UNOS HIJOS DE PUTA Y NO TIENEN PERDÓN. Desde Madrid
ResponderEliminarFenomenal. Mi abuela con Alzheimer lo entendería. Mi admiración para el autor
ResponderEliminar