Cuando intuyeron que las cosas podían torcerse, para
proteger sus intereses inclinaron las grandes decisiones hacia donde más les
convenía. Nos llevaron a un mundo en el que los ciudadanos tenemos
muchos deberes y unos pocos derechos,mientras, en la economía no existe
ningún control y el omnipotente mercado se encarga de regularlo todo. Cuando parte
de su sistema comenzó a fallar resguardaron su dinero mientras los
demás no nos enterábamos de nada... hasta que llegó el momento en que nos
enteramos.
A partir de ese instante, ya sin ningún rubor, nos han
echado la culpa de todos los males de la economía mundial. Que si
queremos tener una casa en propiedad cuando es mucho mejor alquilar, que si
queremos tener un nivel de vida superior al que nos podemos permitir, que si
abusamos de los servicios públicos, que solamente queremos trabajar en lo que
nos gusta y con un buen horario, que se ha perdido la capacidad de sacrificio
de nuestros mayores… Machacan el mensaje, insisten, lo repiten, nos aleccionan,
nos avisan, nos advierten y lo peor es que casi nos convencen.
Habéis vivido por encima de vuestras posibilidades,
nos dicen, y esto no puede seguir así. Estáis gastando lo que
no tenéis y nos estáis haciendo gastar a nosotros lo que no tenemos para acudir en vuestra ayuda (como si todo eso y sus sueldos, coches y prebendas no los pagáramos con nuestros impuestos). Quieren hacernos sentir culpables, quieren que nos resignemos a lo que pasa y que comulguemos con ruedas de molino. Pero nosotros no tenemos la culpa. Nosotros no gastabamos más de lo que teníamos, trabajamos cada día y no nos aprovechamos de los servicios sociales ni abusamos de nuestros derechos. Únicamente somos culpables de vivir en el mundo que nos hemos encontrado. Nosotros no hemos puesto las reglas.
no tenéis y nos estáis haciendo gastar a nosotros lo que no tenemos para acudir en vuestra ayuda (como si todo eso y sus sueldos, coches y prebendas no los pagáramos con nuestros impuestos). Quieren hacernos sentir culpables, quieren que nos resignemos a lo que pasa y que comulguemos con ruedas de molino. Pero nosotros no tenemos la culpa. Nosotros no gastabamos más de lo que teníamos, trabajamos cada día y no nos aprovechamos de los servicios sociales ni abusamos de nuestros derechos. Únicamente somos culpables de vivir en el mundo que nos hemos encontrado. Nosotros no hemos puesto las reglas.
Los mismos que nos han llevado a esta situación en
la que estamos —políticos, banqueros, grandes magnates— nos imponen una
austeridad que ellos no practican. Claman por las urgentes, necesarias e
inevitables reformas estructurales que nos salvarán del caos, se rasgan las
vestiduras por los inmensos costes de los servicios públicos y a nosotros nos
tachan de egoístas y de querer servicios gratuitos y de calidad. ¿Quiénes nos
creemos que somos para merecer una educación y una sanidad de calidad? ¿Cuándo empezamos a pensar
que pagar impuestos nos daba algún derecho? ¿Cómo nos atrevemos a exigir
responsabilidades? No y no, olvidemos todo esto, la única solución es recortar
o eliminar gastos excesivos e inútiles como la educación, la sanidad, la
ciencia o el apoyo a las pequeñas empresas.
Hay que reducir salarios y suprimir gastos
improductivos como la asistencia a los mayores y las personas desfavorecidas,
en definitiva, a los que no tienen dinero que gastar. La moderación salarial
parece ser el remedio milagroso para la economía mundial. Pero es necesario, muy necesario, salvar a la banca, a las grandes compañias, el prestigio de España, que por lo visto viene dado por lo bien que vivan nuestros políticos, por los gastos de representación, por sus sueldos y sus prebendas y canonjias.
Que manía tenemos con
querer cobrar un sueldo digno por nuestro trabajo, un salario que nos permita
comprar lo que necesitamos o incluso aquello que no necesitamos (no llego a
comprender quién va a comprar las cosas que producimos cuando la gente del montón
no podamos pagarlas).
Deben convencernos de que no hay otra solución o se
les desmonta el tinglado. Tan solo sufriendo en silencio y cumpliendo las
directrices de nuestros sabios y preclaros dirigentes, convenientemente instruidos
por sus verdaderos jefes, podremos salir adelante. Volveremos a tener trabajo,
aunque más precario y peor pagado, volverán a concedernos créditos, aunque a
menos de nosotros y seguramente más caros, pagaremos por la
sanidad y la educación, volveremos a creernos ricos y felices y encima
tendremos que darles las gracias.. Nos habrán salvado de la crisis de la que no
somos culpables pero de la que nos culpan.
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Enteramente de acuerdo. Desde Sevilla
ResponderEliminarMe ha encantado encontrarte. He supuesto que íbamos a estar bastante de acuerdo en cuanto he visto la viñeta de forges.
ResponderEliminarestoy por Madrid , a veces también paso la frontera y me voy a Castilla - León.
Un saludo
me parece superinteresante tu blog.
Gracias spin-a.
EliminarUn saludo y quizá la vida nos dé la oportunidad de encontrarnos en algún lugar.