Cabreado,
harto, asombrado por tanta desvergüenza en
un momento en el que estamos perdiendo derechos y en lugar de avanzar y
progresar tenemos la sensación de regresar a un pasado sombrio, hablemos de la
realidad que nos rodea, de la ineptitud –o no, quizá cumplen con lo que les ordenan- de nuestra clase dirigente, de la perversidad del sistema económico y los
recortes sociales, del asombro y desesperanza
que nos produce lo que está
pasando y la diferencia con lo que queremos que nos pase, de cómo cansa esta crisis y los que nos la explican,
siempre hablando de sus cosas y nunca de lo que nos importa, de nuestro hartazgo,
de cómo nos toman por tontos, de nuestro cabreo cotidiano, de cómo han ido
demasiado lejos.
Nos piden “un esfuerzo más”, nos culpan de la crisis y "para solucionarla" nos meten la mano en
el bolsillo, a los que aún nos queda algo. Así que es necesario decirles, al menos para que no sigan exigiéndonos
estarle agradecidos, que nosotros siempre hemos pagado puntualmente la hipoteca y lo seguimos
haciendo, no hemos hundido la banca, no hemos hecho bajar la Bolsa, no hemos hundido los
mercados, no hemos inflado la economía, no hemos especulado con la vivienda, no
hemos construido autopistas sino que las hemos pagado, no hemos levantado
aeropuertos ni suntuosos edificios públicos solo porque “yo no voy a ser menos”, no tenemos yates ni áticos de lujo, no hemos
deteriorado la enseñanza ni la sanidad públicas, no hemos tenido jamas una subvención,
que la mayoría no hemos cobrado nunca el paro ni hemos provocado déficit al
Estado, la autonomía ni la Seguridad Social. Que no conocemos a Moody’s, Fitch ni Lehman Brothers, pero yo sí les conozco a ellos, los que vivieron por encima de mis
posibilidades.
Nos hicieron
creer, que vivíamos en el mejor de los mundos posibles. Un mundo libre y
democrático en el que nuestra opinión contaba, un mundo que progresaba y
nosotros con él. Pero algo falló y quisieron hacernos sentir culpables. Nos
acusaron y quisieron que pagáramos las consecuencias, solo que nosotros no
somos los culpables y no vamos a aceptar
una responsabilidad que no es nuestra y casi todos estamos convencidos de que
es necesario exigir responsabilidades a los verdaderos culpables.
Parecía que
todo iba bien. Los trabajadores teníamos trabajo y creíamos tener dinero, y los
bancos y las grandes empresas realmente tenían dinero. Los medios de comunicación
contaban solo buenas noticias, los políticos se felicitaban unos a otros
por lo bien que lo estaban haciendo y