En este cuarto post vamos a hablar más
propiamente del lenguaje corporal en nuestras relaciones con británicos. Ya
sabemos que la información puede ser transmitida a través de gestos y
expresiones faciales (kinésica), del contacto entre la mirada del otro y la
nuestra, por la distancia que mantenemos con nuestro interlocutor para que
éste se sienta a gusto en la relación o realmente incómodo si no mantenemos esa
distancia adecuada a su cultura, también de nuestro paralenguaje, esas señales que
emitimos al modular en una u otra forma nuestra voz, etcétera.
Los británicos no son muy dados a mostrar sus
emociones en las relaciones de negocios y si no queremos resultar incómodos para
ellos nuestra actitud debe ser similar, es decir, mantener nuestras emociones
dentro de unos límites.
En cuanto a los gestos, estos deben de ser
comedidos, teniendo en cuenta que algunos de los utilizados por nosotros (las
culturas latinas), pueden resultar incómodos en cualquier circunstancia.
Exagerar un gesto puede ser interpretado como un comportamiento agresivo.
En lo relativo al contacto visual, los británicos
muestran una tendencia a no mantener ese contacto por períodos largos de
tiempo, lo contrario puede provocar malos entendidos. El contacto visual
directo puede ser mal interpretado, incluso como una forma de hostilidad y/o
agresividad. Esta última posibilidad puede ser modulada a través de otros
componentes como la sonrisa, posición corporal, etc. Cuando estemos hablando a
un grupo de personas debemos hacer contacto visual con todos ellos, sin
mantener nuestra atención enfocada a una sola persona, de no hacerlo así estaremos
infringiendo una norma básica de buena educación en aquella cultura.
En lo relativo a la expresión el "poner
buena cara" debe ser una constante en nuestra actitud, incluso en momentos
de adversidad, lo cual se relaciona con lo citado antes en lo relativo a
moderar nuestras emociones. Mantener esa "buena cara" incluso en los
malos momentos será interpretado como una muestra de fortaleza. Ellos, los
británicos, se acercarán a la mesa de negociación siempre con
esa buena cara a
pesar de un cierto aire de formalidad desapego.
La cultura británica rechaza el contacto físico.
Excepto en lo relativo al saludo protocolario, cualquier forma de contacto se
considerará inapropiada en las plazas comerciales. Otra norma a tener en cuenta
es esperar a que sean ellas quienes inicien el contacto físico cuando nuestra relación
sea con mujeres.
El carácter reservado de los británicos se muestra
y destaca en el respeto del espacio personal de los demás. Esto es
algo muy valorado por ellos y mantener una distancia adecuada se considera
esencial. Nosotros nos sentimos cómodos en la conversación frente a frente y de
proximidad, ellos -si esa proximidad fuera necesaria- prefieren la conversación
lado a lado, lo cual implica la posibilidad de plantear alguna cuestión caminando
uno junto al otro sin necesidad de pararse frente a frente.
En cuanto al paralenguaje, los británicos hablan en
voz audible pero sin levantar la voz. Interrumpir a los demás puede generar una
mala opinión hacia nosotros. Normalmente sabemos que han terminado de hablar
porque el énfasis y la intensidad de la voz cae ligeramente al
final de la frase.
Muy a tener en cuenta será nuestra vestimenta. Una
forma de vestir conservadora es la norma igualmente para hombres que para
mujeres en las empresas. Los colores oscuros (negro, azul oscuro, gris oscuro)
y las telas pesadas predominan. Los británicos, en muchos casos, tienen un
conocimiento casi obsesivo en lo relativo a la "calidad" de las prendas
y se puede notar una fugaz mirada en busca de esa calidad o de su ausencia. Es
cierto que no en todas las profesiones esa actitud será la misma, no es
igual que nuestra relación sea con un directivo del banco, un funcionario
público o un abogado, donde el traje tradicional informal seguramente será
imprescindible, a que esa relación la mantengamos con un creativo de publicidad
o profesional de los medios de comunicación, los cuales seguramente vistan de
una manera más informal, incluso extravagante, pero siempre con
"estilo". Ante la duda siempre será preferible equivocarnos por un
exceso de formalidad, el uso de ropa informal no se considera apropiado durante
actividades de ocio, tampoco -por supuesto-en invitaciones aunque éstas sean
fuera del lugar de trabajo.
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