ingratos, dobles y de ilimitada ambición".
Lucas Mallada citado por Santos JULIÁ,
«Anomalía, dolor y fracaso de España»:
en Claves de razón práctica, p. 10.
Siglo XIX. Europa. Un fantasma recorre el Viejo Continente. Los hijos de la burguesía acomodada (pero coño. ¿el marxismo no venía del pueblo?) que, al no ser los primogénitos no heredan la gestión de los menesteres paternos, tienen mucho tiempo libre y deciden emplearlo en leer libros y analizar el pensamiento político de Occidente. Las consecuencias de semejante actitud no son excesivamente perniciosas en países como el Reino Unido (donde inventan la sociedad victoriana, los
clubs y las reuniones sociales), Francia (que ve cómo las fuerzas vivas se dedican a crear repúblicas, imperios y monarquías sin parar) o España (no tengo palabras que permitan condensar el siglo XIX español) pero resultan demoledoras en Alemania, ya que en la entonces Prusia, su población, cuando se ponía manos a la obra, lo hacía con todas las consecuencias. Como en el XIX tocaba pensar y elucubrar (la estabilidad política es enorme gracias al invento de la burocracia prusiana) toda una generación de instruidos alemanes se puso a ello y han logrado martirizar a generaciones y generaciones de filósofos, antropólogos,traductores y lectores tras la estela de una personalidad señera como Hegel, que logró sembrar el terreno de la “derecha hegeliana” y la “izquierda hegeliana”, y acunado en esta última aparece Marx.
Las diferencias entre la izquierda hegeliana y la derecha hegeliana no se han analizado nunca en profundidad. Al parecer, y resumiendo, Hegel inventó un gran concepto, que llamaremos “el eso” y que era todo. Nada podía entenderse sin el "eso”. La derecha identificó “el eso” con Alemania, como habría hecho todo buen alemán y como de hecho hizo el propio Hegel, en versión Imperio, eso sí. Esta situación permite afirmar que, probablemente, el nazismo es la versión más acabada del "eso" hegeliano en su modelo postindustrial si no profundizamos en el análisis de las verdaderas bases del pensamiento nacionalsocialista. Aunque errónea, la afirmación muestra la fuerza épica que ha tenido siempre el concepto de "el eso". La izquierda hegeliana se caracterizó por tratar de buscar otro ser incorpóreo que cumpliera mejor los cometidos de un “eso” como Dios manda,. Marx acabó por encontrarlo y para él -“el eso”- es el proletariado
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