21 may 2011

Democracia. ¿La que inventaron los griegos?

Parecen sentirse orgullosos al decir que nunca tantos parados recibieron ayudas del gobierno y callan como putas el hecho de que cada uno de ellos recibe cada vez menos.
Parados de primera y de segunda, de tercera regional y aquellos que son del partido o de los sindicatos amigos, parados de lujo que engreídos, vanidosos, pasean impúdicamente sus privilegios. No hay trabajo, ni lo habrá y el dinero que algunos privilegiados –mientras podamos seguir haciéndolo-aportamos para ayudar a los que nada tienen, se lo llevan crudo unos cuantos hijos de puta, amiguetes, enchufados, golfos sin conciencia.
La tristeza y la desesperación se ha instalado en millones de familias que ya nada tienen y mientras, éstos zánganos cantamañanas exigen un agradecimiento por su generosidad para repartir subsidios como si salieran de sus bolsillos, mientras empujan cada vez más a miles de personas al fracaso personal y a todos los que vivimos en esta tierra al fracaso colectivo.
Un 40% de nuestros jóvenes sin oportunidades ni esperanzas -tampoco huevos para gritar ¡Hasta aquí hemos llegado!- languidecen instalados en la
desesperanza y entendiendo por democracia esta mierda pintada de colores que nos venden con palabras vanas. Democracia es el término que designó el estado político de Atenas durante el siglo V. Pericles lo utilizó en su “Oración Fúnebre” (atribuida por Tucidides). Para ellos, los griegos, la palabra “democracia” designa el gobierno del pueblo y tiene una serie de características que yo no veo por ningún lado en esta cosa que vivimos, entre ellas:
- IGUALDAD POLÍTICA.
Isegoria e isonomía, dos palabras probáblemente sin sentido para muchos de mis conciudadanos, pero necesarias e incumplidas. Isegoria significa la igualdad en la participación en los “negocios públicos”, isonomía la igualdad absoluta ante la ley, ambas con la intención de proteger a las clases populares de los desmanes de la oligarquía, también para proteger a esa oligarquía de una tiranía apoyada en el pueblo.
- IGUALDAD SOCIAL.
Ni existe ni existirá, la utopía cabalga sobre estas dos palabras.
- GOBIERNO DEL PUEBLO.
Decían los griegos que la soberanía reside por partes iguales en el conjunto del cuerpo cívico y cada cual está obligado a ejercer esa soberanía. Ser ciudadano conlleva una función. En la ya citada “Oración Fúnebre” dice Pericles “Somos los únicos que consideramos no hombre pacífico, sino inútil, al que nada participó en la cosa pública” y Aristófanes añade “La asamblea del pueblo y sólo ella, es omnipotente; el poder judicial está en sus manos, ningún cuerpo intermedio equilibrará su poder, nuestra preocupación esencial consiste en defender este régimen que nos hemos dado de la influencia particular de un individuo o una camarilla”.
Los principios elementales de la democracia están en entredicho. La influencia del poder político disminuye y la actuación de algunos de sus dirigentes atenta contra los principios de una forma de gobierno que podría estar adquiriendo vicios totalitarios.
Dicho esto … Que cada uno piense cuáles de sus obligaciones como ciudadano ha dejado de cumplir. 

3 comentarios:

  1. Interesante blog, aunque quizás demasiada influencia judeo-masona... algo habrá que hacer. jejeje

    Quizás si que sea la que inventaron los griegos, puesto que ellos convivían con sus esclavos a los que no daban ningún tipo de derecho: no eran considerados ciudadanos, al igual que no todos los "Juan nadie" somos considerados personas por los gobernantes.
    Ese el quizás el problema, que la cosa debería evolucionar, no ir marcha atrás, pero en el mundo no mandan los gobiernos que elegimos, mandan los mercados.
    Y ni siquiera podemos elegir mas gobierno que el que nos ofrecen entre dos únicas alternativas, puesto que las otras jamás podrán gobernar.

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  2. Un saludo Juan, apague la luz y me reí muchísimo cuando poco después ví en televisión a un joven que decía: “Mi padre, 72 años, bajó al cuadro de contadores y dejo sin luz a toda la urbanización” añadiendo “Así. ¡ Con dos cojones el abuelo!”. Hombre, tampoco es eso, pero me arranco una carcajada imaginando la situación.

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  3. Una reflexión muy, pero que muy interesante

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