6 jun 2012

Trabajar y/o vivir en otro país. (IX) ¿Y qué pasa si no sabemos nada de interculturalidad? Algunos resultados curiosos y… ¡reales! (Parte 1).

Tener un bajo conocimiento de las diferencias culturales con otros funcionarios de gestión, relaciones públicas, publicidad, negociaciones, etc. puede conducir a errores de los que a nosotros nos hacen sufrir, a nuestra compañía perder mucho dinero y en algunos casos soltar una sonrisa, incluso una carcajada, a aquellos que no se juega nada en el envite. El personal que trabaja en otra cultura tiene la obligación de conocer que el éxito o el fracaso de nuestra misión esta en manos de personas y que estas personas tienen su forma de pensar, de entender, de ver las cosas y muy probablemente, esa forma de "ver" no coincida con la nuestra. Los malentendidos, las ofensas aunque sean involuntarias, pueden provocar la ruptura en la comunicación.
La necesidad de una mayor conciencia intercultural se acentúa en una economía global, entender las diferencias culturales en cuestiones tales como el lenguaje, la etiqueta, la comunicación no verbal, las normas y valores son determinantes para el éxito.
Aquí les dejo algunos ejemplos de meteduras de pata que podían haberse evitado:
-  Para su presentación en Tailandia de una gran empresa de gafas, se diseñó por parte de la agencia una impresionante campaña basada en simpáticos animales que utilizaban el producto. La empresa hubo de cerrar las tiendas abiertas y volver tres años después con algo totalmente distinto. Los publicistas no sabían que para nosotros los animales son algo simpático y no tenemos inconveniente en compararnos con ellos, pero los tailandeses jamás usarían algo que pudiera asemejarlos a un animal, una forma de vida indigna.

 - Tónica Schweppes levantó una cierta curiosidad en Italia con su campaña. Nadie entendía como algo para beber podía llamarse "Agua de WC Schweppes".

- Un conocido refresco trataba de
introducirse en los países árabes. Para reforzar el impacto diseñó una etiqueta en la que se veían emerger festivas estrellas al abrir el producto. Los árabes vieron en las estrellas el símbolo de Israel y decidieron beber otra cosa.

-Una famosa bebida energética (también en los países árabes) imprimía su etiqueta en 10 idiomas, uno de ellos el hebreo. En Israel sí vendió su producto, pero no se sabe de ningún árabe que lo comprara.

- Kellogg quería vender en Suecia sus  "Bran Buds", pero nadie les había dicho que eso podría traducirse por "lo que los agricultores queman”, en el sentido de destruir o eliminar.

- Una distribuidora decidió traducir directamente el nombre un refresco para su introducción en México. Pensaba que una bebida que se llamara "Fresca", tuvieron una gran aceptación en un país caluroso y que sus mayores consumidores serían las mujeres. Desconocía que "Fresca" en México es sinónimo de "lesbiana". Pocas mujeres querían ser vistas con aquello en su mano.

- Cuando el presidente George Bush fue a Japón con Lee Iacocca y otros magnates de los negocios, estos actuaron de una forma típicamente americana (del Norte), expresando demandas explícitas y directas. Aquel viaje fue un fracaso y sólo sirvió para enturbiar las relaciones comerciales entre ambos países. Los japoneses utilizan un lenguaje de alto contexto y consideraron de muy mala educación y una ofensa la actitud de aquellos bárbaros.

- Los americanos ya habían tenido un problema de este tipo con los japoneses. Harry Truman y sus colaboradores creían que Little Boy, la bomba lanzada sobre Hiroshima el 6 de agosto de 1945 haría que los japoneses firmaran el armisticio, pero ellos respondieron con un simple “No, moriremos todos”. El 9 de Agosto arrasaron Nagasaki y otra vez su respuesta fue “No, moriremos todos”. Nadie entendía la decisión tomada por aquel pueblo hasta que el documento presentado cayó en manos de   Margaret Mead, una Antropóloga Social que le dijo al  Presidente: “Señor, tienen miedo, pero matareis a todos sin conseguir vuestro propósito”. Mead les explicó que en ninguna parte del documento se alababa el valor, la determinación, ni se honraba a los que habían luchado por el pueblo japonés. Si firmaban aquello la vergüenza sería peor que la muerte. Tenían que honrar a los suyos, la honra era de todos o de ninguno. Se añadió un pequeño párrafo -apenas tres líneas- y cuando la tercera bomba ya estaba preparada los japoneses firmaron su rendición.


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