21 abr 2010

ASERTIVIDAD (I) -Una introducción ®


Ser asertivo es tener la capacidad de expresar nuestras opiniones o reivindicar nuestros derechos, defendernos a nosotros mismos, nuestros valores y creencias, es decir, ser capaz de expresar nuestros verdaderos sentimientos abiertamente.
La asertividad, por tanto, es necesaria para poder expresar quiénes somos, lo que pensamos y sentimos. es ser activo, en lugar de presentar una actitud pasiva ante los demás y la vida. Pero para poder poner en claro quiénes somos, cómo pensamos y
sentimos, esa asertividad en la comunicación y las relaciones sociales implica ser abiertos, honestos y presentar un grado idóneo de firmeza  y flexibilidad una vez expresadas nuestras opiniones y/o sentimientos. La persona asertiva actuar de una manera relajada, sin debilidad, pero igualmente sin agresividad, moviéndose de una forma libre y espontánea en situaciones de interacción social.
Los seres humanos, aún más en el ámbito laboral donde todos –vosotros y yo- conocemos la fuerza de determinadas presiones, tenemos el derecho y la responsabilidad de hacer valer nuestros derechos. De lo contrario, viviremos intimidados y la inhibición y pasividad consecuentes harán aparecer los dolores de cabeza, trastornos gástricos, fatiga generalizada, etc., esto solamente en el aspecto físico, en el psíquico aparecerán la infelicidad, la falta de orgullo personal, la ausencia de logros y –aún sin darnos cuenta- estaremos destruyendo nuestra vida laboral y a nosotros mismos.
Pero todo tiene un límite y cuando la asertividad va demasiado lejos, imponiendo nuestras opiniones o deseos a los demás, se transforman en agresividad. El comportamiento agresivo supone el recorte de los derechos de los demás, el ataque y la infravaloración del otro y es destructivo, perjudicando a las personas y a las organizaciones.
La agresividad tampoco es beneficiosa para el que la práctica, puede aportar un momentáneo sentimiento de sentirse en la cúspide, pero ni nuestro cerebro ni nuestros valores, latentes lo queramos o no, nos harán sentir bien en esas circunstancias. Por otro lado, la agresividad, en múltiples ocasiones, oculta una serie de carencias y no es sino una actitud defensiva. El agresivo rara vez tiene amigos y eso es una necesidad de todos los hombres y mujeres como inevitable ser social.
En el siguiente cuadro os presentó las diferencias entre el comportamiento no asertivo, asertivo y agresivo, desde dos puntos de vista, como emisor y receptor[1].
Comportamiento Pasivo

Comportamiento Asertivo

Comportamiento agresivo

Como emisor

Como emisor

Como emisor

Negación de nuestra propia libertad
Actuamos en libertad
Suprime derechos a otros
Inhibición de nuestros deseos y comportamientos
Ejercemos nuestra capacidad de expresión
Exceso de expresividad
Imposibilidad de lograr las metas deseadas

Ponemos la primera piedra para alcanzar nuestras metas

Intenta lograr sus objetivos a expensas de los de otros
Otros eligen por nosotros
Nosotros elegimos
Toma decisiones por los demás
Incertidumbre, ansiedad, disminución del auto concepto


Auto confianza
Suprime las capacidades de otros
Como receptor

Como receptor

Como receptor

Intranquilo, preocupado y/o enojado. No sabemos lo que quiere nuestro interlocutor
Sabemos dónde estamos y como son nuestros interlocutores
Podemos sentirnos “rebajados”, disminuidos en nuestras posibilidades, “ninguneados”
Imposibilidad de colaborar a los logros esperados por el otro
Podemos colaborar a los logros, expectativas y deseos de la persona asertiva
Nos sentiremos dañados, a la defensiva, humillados
Podemos considerar a la persona no asertiva un “pasota”, poco colaborador y falto de ideas
El otro exige nuestro respeto
Imposibilidad de conseguir nuestras metas

Por extraño que parezca, nuestras principales instituciones educativas, entre ellas la familia, la escuela, la Universidad, la religión, no fomentan el comportamiento asertivo, tendiendo en ocasiones a identificar esta actitud con la agresividad No obstante la asertividad es un comportamiento completamente normal y al que tenemos derecho (y seguramente obligación) y no algo de lo que debamos sentirnos culpables. Por esa imposición en la infancia, en la familia, en el colegio, , muchas personas no han aprendido las habilidades necesarias para ejercerla, pero estamos a tiempo de aprenderlas.
Uno de los más importantes beneficios de la asertividad es que tiende a neutralizar la ansiedad que determinadas situaciones sociales generan. Algunas personas aumentan su nivel de ansiedad al hacer valer sus derechos, es decir, al llevar a efecto un comportamiento asertivo, pero esto se debe en gran medida a la necesidad de actuar de una manera que se ha evitado hasta ese momento, y genera la misma ansiedad que cualquier otra actividad que hubiéramos tratado de evitar hasta ese momento. Los repetidos intentos y la práctica de una conducta asertiva reducen esos niveles de ansiedad y a su vez la denominada “ansiedad social”.
Una de las consecuencias más significativas del aprendizaje asertivo es el aumento de la libertad personal. Ninguna persona, tanto en el ámbito laboral como familiar o social, debe estar sujeta a la dominación de los demás y sólo existe una forma de eliminar tales restricciones a la libertad… ser asertivos. Nuestro desarrollo personal depende de ello, de no ser así la pasividad e inhibición nos impedirá expresar libremente nuestras emociones, algunas tan necesarias como la ternura y el afecto, e igualmente el desagrado, el enojo, la queja o la contrariedad, la molestia, la defección o el desencanto, convirtiéndonos en prisioneros de nuestra propia actitud.
La expresión de esos sentimientos, siempre que estén justificados y se haga en una forma correcta, producirá un mejor ambiente y una mayor facilidad en las relaciones interpersonales, reducirá nuestra ansiedad en determinadas situaciones, evitará mantenernos a la defensiva y generará un ambiente de honestidad en la expresión emocional.
Muy pocas personas son agresivas de forma permanente, del mismo modo que muy pocas personas no son asertivas en todas las situaciones. Nuestra tarea será analizar nuestros comportamientos en esas situaciones, observarnos y aprender formas alternativas de actuar, practicando respuestas adecuadas que nos hagan, poco a poco, fáciles las que parecían difíciles.
Aunque las reacciones de los demás suelen ser neutrales o positivas, en ocasiones recibiremos respuestas adversas, algunas de las cuales es posible que no sean solamente una expresión de sorpresa ante la afirmación de nuestra personalidad, sino un estudiado intento de mantener la intimidación y sumisión consecuente. Aquí os presentó algunas de las posibles –pero no muy probables- reacciones de este tipo, con sugerencias para su manejo.
 .Murmuración.- La persona que recibe nuestra respuesta asertiva puede quejarse y  refunfuñar, posiblemente a nuestras espaldas con comentarios tales como ¿Quién se cree que es? En este caso la mejor táctica es no prestar ningún tipo de atención. Si mantenemos nuestra posición y continuamos ejerciendo la asertividad desaparecerá.
· Agresión.- La otra persona reacciona con hostilidad verbal, incluso gritando o empujándonos. Es importante no responder a la agresión, pero igual de importante mantenernos en nuestro terreno, sin pedir disculpas ni “achicarnos”. Podemos reducir el grado de agresividad expresando nuestro pesar porque la persona se sienta mal, pero afirmándonos en nuestra posición.
·Lamentos.- El otro inicia una representación en la que afirma sentirse herido, solicita clemencia o compasión, alega mala salud e incluso llora. De nuevo es importante mantener nuestra posición y a lo sumo, lamentar las contrariedades que ello le genera al otro.
·Reacciones psicosomáticas.- La otra persona presenta un fuerte dolor de cabeza, sensación de desmayo u otros efectos similares. Si bien no es muy frecuente este tipo de reacciones, puede ocurrir con individuos a los que trastoquemos una conducta muy arraigada y extendida en el tiempo. No prestar excesiva atención, sí es positivo un cierto interés, pero que en ningún caso suponga renunciar a lo expresado. Este tipo de reacciones suele repetirse en el tiempo, bien de forma espontánea (con nuestra sola presencia) o al tener que ejercer de nuevo nuestra asertividad. En todas las ocasiones será necesario mantener nuestra coherencia.
·Sobre o hiperdisculpa.- La persona tiende a disculparse con un exceso de humildad, una sobreactuación y tratando de evitarnos a nosotros o situaciones posteriores. Es apropiado señalar el tipo de comportamiento que la persona exhibe y decir que realmente no es necesario actuar de esa manera para, a continuación, reiterar la conveniencia de lo que hemos dicho.
·Venganza.- Algunas personas responderán tratando de herirnos, socavar nuestra posición o nuestros argumentos. Este tipo de reacciones no se pueden dejar pasar, nuestra reacción debe ser inmediata, significando al otro lo que está haciendo y porqué lo está haciendo, al mismo tiempo que ratificamos nuestra posición. En el supuesto de que sea un subordinado, e incluso un compañero, recordar el axioma de que “ las reprimendas en privado y las alabanzas en público”, en definitiva, reprender este tipo de comportamientos en presencia de los demás puede no ser beneficioso.
·Negación.- La otra persona puede negar lo que dijimos o incluso el que le fuera dicho. En este caso, las opiniones o los sentimientos, no son válidos, sólo lo son los hechos constatables. Por tanto, deberemos de apoyarnos en hechos constatables. En el supuesto de que se alegue no haber entendido, o haber entendido otra cosa, podemos utilizar una frase del tipo: “ Si eso es lo que ha entendido, lo lamento, quizá no me expresé con la suficiente claridad, pero, en todo caso, lo que pretendía comunicarle, es que…” y a continuación buscar la retroalimentación con, por ejemplo: “¿me ha entendido correctamente ahora?” o bien “¿puede decirme qué aspecto no ha entendido?”, pero en ningún caso entrar a valorar lo transmitido.
·Hipersensibilidad.- En determinadas ocasiones nos encontraremos frente a personas débiles, con grandes problemas e hipersensibles en ese momento por la razón que sea. El ejercer una asertividad excesivamente “potente” no es conveniente en estas circunstancias, generaríamos una mayor confusión en el aludido, sin obtener a cambio grandes beneficios. El acercamiento debe ser más comprensivo.
Nuestras razones resultan ser erróneas.- Es conveniente pedir disculpas pero sin exagerar.

Recuerda que tienes derecho a defenderte, expresar tus opiniones y sentimientos y afirmar tu individualidad, pero que no es necesario ser asertivo en todos los momentos y en todas las circunstancias. El objetivo es lo dicho, ser capaces de exponer aquello que afirmamos y ser libres de elegir.

[1] * Adaptado de RE Alberti y ML Emmons, Your Perfect Right: A Guide to Assertive Behavior, Second Edition. Copyright 1974, Impact Publishers, Inc., San Luis Obispo.


Continuar este hilo picando AQUÍ

No hay comentarios:

Publicar un comentario