- MANTENER LA CALMA, CON BAJA REACTIVIDAD HACIA LOS PROBLEMAS. QUE SURJAN, CONTROLANDO NUESTRAS REACCIONES.
- VALORAR LAS EXPECTATIVAS, OPINIONES, PREFERENCIAS, TEMORES, ETC. DEL PACIENTE
- INFORMAR, ACLARAR, NEGOCIAR LOS ASUNTOS EN QUE PUEDA HABER DISCREPANCIAS.
- NO DEJAR QUE NOS RESPONSABILICEN INJUSTAMENTE. O NOS MANEJEN.
- INTENTAR PONER LÍMITES RAZONABLES EN LA RELACIÓN Y EN LAS PRESTACIONES.
- BUSCAR APOYOS CUANDO SEAN NECESARIOS.
En todas las relaciones sean o no problemáticas debemos procurar, además de ser conscientes de ellas, identificar los problemas que provocan nuestro malestar y analizarlos, intentando establecer posteriormente las medidas de abordaje que puedan corresponder. Ante toda situación difícil, hay que valorar si es modificable o no. En el primer caso, se podrán establecer las estrategias que correspondan tendentes a la resolución del problema, en el segundo, habrá que elaborar estrategias de adaptación y de control de emociones a nivel personal, que podrán ser eficaces o no.
Nuestra profesión tiene muchos aspectos positivos, enriquecedores y reconfortantes, pero también situaciones negativas a las que nos debemos adaptar. Tenemos que entender y aceptar de forma saludable que no todas las relaciones van a ser sencillas, fáciles y agradables. En eso también debe manifestarse nuestra profesionalidad. De nuestra capacidad de adaptación a las situaciones problemáticas va a depender nuestra propia salud mental y la satisfacción con el trabajo.
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