3 feb 2010

CONVIVIR CON MI JEFE IV. El mejor de…)


Hemos hablado en los post anteriores de los jefes y pudiera parecer que todos los jefes son malos, malos, malos. No lo son en mayor ni menor cantidad que las personas en la sociedad y puede que el tuyo sea el mejor del mundo, felicidades.

Si tu jefe es ese que todos queremos, el que nos permite llevar adelante nuestro trabajo, el que intenta conseguir aumentos para nosotros, promociones, nos trata con cortesía aunque tenga
que forzar la situación en determinados momentos u orientarnos sobre la forma de hacer determinado trabajo, el que defiende al personal a su cargo contra viento y marea, valoriza su departamento, busca los proyectos de mayor impacto y sabe peleárselos, el que nunca te ha “robado la cartera” presentando como merito suyo ese trabajo que hiciste tú, el que sabe delegar, incluso el que paga las cenas y desaparece para no estorbar a los postres, eso sí, dejando una copita pagada. Un lujo.

¿Sabes cómo tratar a esa joyita? En realidad es sencillo, trátalo como algo valioso, lo es. Relaciónate con él manteniendo cada uno su posición, pero con la cordialidad y la comprensión que emplearías con tu mejor amigo, acepta que también está sujeto a error y toma todas sus decisiones como bien intencionadas. Tú también tendrás que poner de tu parte para conservar y fomentar ese buen clima laboral por el que muchos matarían. Vamos a ver cómo.

Como persona debes ser:

Creíble. Tu palabra es como tu firma sobre un documento, si esto estará mañana, estará mañana. Si dices que vas a hacer un esfuerzo, esfuérzate al 120 por ciento.

Profesional. Intenta conocer tu trabajo a fondo y si es necesario aprender… aprende. Es difícil ser el mejor, pero es una obligación intentarlo.

Honesto. Ser honesto significa decir las cosas “de frente”, no necesariamente aceptar aquello que va contra nuestros principios. Poner en ocasiones la ética por encima de los beneficios. Incluso plantear que como jefe tiene la decisión final, pero que no crees que sea la correcta.

Pensar en “los dos”. Demuestra que forma parte de tus intereses el que tu jefe quede bien. Ante cualquier problema laboral tú estás allí, no con quejas o aumentando los problemas, sino con soluciones.

Ser polivalente. En todos los trabajos surgen en ocasiones necesidades que no están previstas. De acuerdo, no puedes ser un especialista en todo, pero si intentara asumir esos imprevistos. Si tu jefe es como dices, con toda seguridad sabrá agradecértelo.

¿Sabes los que se espera de ti?

¿Sí? Eso en lo que tú estás pensando son las expectativas declaradas, las que te plantearon como funciones cuando asumiste el puesto o tu jefe te ha repetido insistentemente, pero existen otras “no declaradas”.

Ser proactivo. Si sólo atiendes a aquello que explícitamente si te ha dictado serás “reactivó”, si buscas aquello que tú puedas solucionar, implementar o mejorar, serás “proactivo”.

Tomar iniciativas. Tomar iniciativas no significa sólo eso, sino también asumir la responsabilidad de hacer y hacerlo bien. Pero tomar iniciativas una vez consultado esa maravilla de jefe.

Meditar y seleccionar. Dedicarte a aquello sobre lo que puedes hacer algo.

Ser positivo. Saber que cuando se elabora los objetivos anuales es imposible prever a tan largo plazo, estar expectante a esos cambios e incluso preverlos o generarlos y asumirlos sin agresividad ni arrogancia, sabiendo lo que se necesita y actuando en consecuencia, eso es una actitud “positiva”.

No negar información.

Plantear los problemas. Por muy bueno que sea tu jefe, de vez en cuando pensara que sus subordinados quizá están metiendo la pata o, peor aún, no se hayan dado cuenta de un problema. Mantenlo informado, que no tengan que decírselo fuera.

Eliminar las dudas o evasivas. No deben formar parte de tu vocabulario y/o actitud. El aplomo en las respuestas genera confianza, las evasivas la seguridad de que el trabajo no está en buenas manos.

Siempre preparado para informar. No solamente al jefe, tu buena relación con el no te pone en un escalón diferente, formas parte de una multitud, tus compañeros. Si ellos dependen de tu trabajo, ellos son tu jefe en ese momento.

Horizontalizar. En realidad una ampliación del punto anterior. Crea una lista (puede ser mental) con las personas de peso en tu departamento, puesto de trabajo, antecedentes, función laboral, etcétera. Plantéate  si lo que estás haciendo es útil para cada uno de ellos, utilizando en las conversaciones que tengáis. Resumido, no puedes trabajar solamente para un jefe.

Mejorar lo mejorable.

Orientar. Hemos quedado en que tu jefe es básicamente bueno, por tanto, seguro que quiere hacerlo aún mejor. Debes estar seguro de la primera premisa “que tu jefe es el mejor”, en caso contrario ni lo intentes, pero si tienes la seguridad, ayúdale a mejorar.

Decir. Comentarle, por ejemplo, como adaptar sus formas respecto de lo que te motiva. En mi caso no soporto frases del tipo “no me vale” o “mal hecho”, a alguno de mis jefes le solicite que les cambiará por otras del tipo “por favor incide más en el aspecto …” o bien, “¿es posible modificar el punto…?”, ello modificó positivamente y reforzó nuestra relación de trabajo.

Indagar y preguntar.

Indagar. Casi todos sabemos dónde ha desarrollado su carrera nuestro jefe o si tiene otras actividades fuera de la empresa. Si no es así, rastrear sin parecer un cotilla, muy probablemente esas actividades estén relacionadas con el trabajo en el departamento, pueden ser conferencias, asesoramientos, publicaciones, etc. Búscalas, revísalas y entiéndelas, estarás entendiendo a tu jefe, el porqué de algunas cosas y su forma de pensar.

Preguntar. Cuando la ocasión se apropiada, idealmente fuera del trabajo o al menos durante el almuerzo, o quizá en alguna conversación informal tras una reunión, podemos preguntar a nuestro jefe algo así como: “buscando información en la red sobre aspectos de nuestro trabajo he topado con un artículo suyo sobre… me pareció interesante y…”. Este tipo de actitud tiene dos beneficios, demuestra tu interés al tiempo que tu jefe se sentirá halagado. Si parte clases, la pregunta puede ser “¿qué diferencias hay entre la forma en que funciona la empresa y lo que se enseñan la universidad?”

Empatizar es cuestión de tiempo.

Buscar la situación ideal. Esa situación ideal y más en tiempos de crisis como los que vivimos, es tener un jefe que vele por tus intereses y te proteja desde la consideración no sólo de un buen trabajador, sino también de un amigo o alguien muy próximo.

Cultivar un interés común. Si a ti te gusta jugar al tenis, montar a caballo, en bicicleta, o en globo, o no lo haces y te apetece hacerlo y ello coincide con la afición de tu jefe, pues todos encantados. Pero también tiene sus riesgos, deberás estar preparado para hablar del trabajo de una forma más intensa y posiblemente tendrás que ampliar tus conocimientos sobre él. Si no tienes interés por la actividad en cuestión, no lo intentes, sólo lograría es aparecer como un cobista indecente, pero sí tuvo interés por esa actividad es real, inténtalo.

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