Menelik II fue el emperador de Etiopía, entonces se llamaba Abisinia, entre 1889 y 1913, como otro que yo conozco decidió remover su país de arriba abajo, coger el futuro por los huevos y transformar la sociedad introduciendo nuevas formas de desarrollo hasta entonces desconocidas. ¿Os suena? El problema de estos picaportes sin norte es que la ciencia, sea la que sea, suele superar sus entendederas y si pasan a la historia, suelen hacerlo por sus meteduras de pata.
Menelik decidió aceptar un tratado hecho por los italianos,
tratado que no entendió porque no lo pasó a nadie y él no sabía italiano. Al aceptarlo convirtió a su país en un protectorado de Italia. ¿Si cambiamos “tratado” por “estatut” y “ él no sabía italiano” por “ él no sabe lo que dice” os suena?
tratado que no entendió porque no lo pasó a nadie y él no sabía italiano. Al aceptarlo convirtió a su país en un protectorado de Italia. ¿Si cambiamos “tratado” por “estatut” y “ él no sabía italiano” por “ él no sabe lo que dice” os suena?
Menelik decidió convertir su país en un estado moderno, implantando los nuevos inventos que hasta él llegaban, entre ellos quedó fascinado por la silla eléctrica que acababa de inventarse. Tomó la decisión personal - ¿os suena?- de encargar tres de aquellos maravillosos aparatos que nunca pudieron utilizarse porque Etiopía no tenía electricidad. En un giro copernicano Menelik decidió lo contrario de lo que había pensado en principio (no sé si esto me recuerda a alguien), la silla eléctrica que debía servir para ajusticiar a la hez del país se convertiría en el asiento del hombre más importante en aquel momento…él. Está claro que no debemos achacar a quien tú y yo sabemos el subterfugio ante los errores, hubo antes otros iluminados. Al cenutrio de Menelik sus cortesanos le hacían palmas por sus ideas, él sonreía bobamente desde aquel trono y los delegados extranjeros que sabían de su insensatez, se partían las tripas a reír. ¿Os suena?
Viene todo esto a cuento de la polémica levantada alrededor de los cementerios nucleares y la estupidez de algunos de nuestros dirigentes. Los mismos que pretenden convertir a España en la panacea de los coches eléctricos, desterrar la gasolina y sus rebufos, sentarnos sobre kilos y kilos de baterías contaminantes que habrá que dejar en algún lado cuando fallezcan cada cuatro o cinco años y gastarse una pasta -dicen que “no más de 3000 euracos”- en unas nuevas que nos harán depender de nuestro amigo Evo Morales, ese tipo tan serio que es el dueño de la reserva mundial de litio en su Salar de Uyuni. Bueno, pues estos berberechos que quieren convertir a España en eléctrica, resulta que no quieren centrales nucleares en Garoña, ni cementerios en Santervás, así que veremos a estos listos perfumaos usando los presiosos coches létricos como Menelik su silla, de asiento para la merienda en el jardín.
Menelik cogió billete una mañana en que, convencido de que eso sería lo que le sanaría de sus dolores de tripa, intento comerse en Addis Abeba una biblia entera porque sus páginas eran sagradas y qué mejor cura. El otro va a comerse una “Holly Bible” rezando junto a Obama un día de estos… a ver si sus males se alivian.
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Uno toco en su grupito de rock cuando correspondía y aún las letras de las canciones le dicen mucho, mucho, mucho. Aquí os la dejo, dedicada, para que la baile con su tía de quien ya sabe. ¿Os suena?
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Uno toco en su grupito de rock cuando correspondía y aún las letras de las canciones le dicen mucho, mucho, mucho. Aquí os la dejo, dedicada, para que la baile con su tía de quien ya sabe. ¿Os suena?
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