12 feb 2010

NO PROBLEM (y V). Programaciones irracionales.


Problema:Programaciones irrazonables.
Solución: He vivido la experiencia de tener un jefe al que de vez en cuando le entraban las prisas y planteaba los proyectos como una carrera de velocidad absolutamente irrealizable. Traté de explicarle mediante el diálogo que los plazos que planteaba eran absolutamente irracionales, primero con palabras suaves, más tarde –uno también tiene su genio-enzarzados
en auténticas peleas, con el apoyo y sin el apoyo de otros compañeros. ¿Qué pasó? Nada, siguió creyéndose en posesión de la verdad absoluta. Mi vida transcurría pasando de una endiablada actividad laboral en el despacho … a una endiablada actividad laboral por las tardes y noches en mi casa. Mi vida social y familiar habían desaparecido en aras de cumplir las expectativas de aquel individuo.
Fue en los tiempos en que aparecieron programas de gestión de proyectos como el MSProject y con una de aquellas primeras versiones, por cierto de prueba, analicé el plan incluyendo todos los pasos, interdependencies, necesidades, duración, etc. Acudí a su oficina, lo puse sobre su mesa y le dije algo así como “ estos son los pasos necesarios para hacer las cosas correctamente, necesito tu ayuda para saber cuáles debo omitir y que ambos sepamos cómo ello va a afectar el desarrollo final, de otra forma no podrá realizarse en la fecha en que lo solicitas”. En principio me miró incrédulo, observó, -inicialmente con cierta displicencia- el documento y pocos minutos después comenzamos una conversación calmada, sobre si todos aquellos pasos eran realmente necesarios o alguno podía eliminarse. Acordamos suprimir alguno, ampliamos el plazo de tiempo y ambos comprendimos la razones del otro.
No estoy diciendo que un programa informático pueda ser la solución a nuestros problemas, cada uno de nosotros deberá plantearse la mejor forma de demostrar a su jefe la imposibilidad de realizar determinada acción en el plazo propuesto, con rotundidad, pero sin quejas ni suspiros y haciéndole asumir las consecuencias de determinados atajos, al tiempo que demostramos nuestro interés por sacar adelante las cosas y sacarlas adecuadamente. Por nuestra parte, aceptar la posibilidad de que a veces el tiempo es prioritario, obligando al perfeccionismo a ocupar un segundo lugar.

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