Las valoraciones de rendimiento no son divertidas. Para el manager suponen a veces tener que repetir – y por escrito - la falta de rendimiento que ya en distintas ocasiones le indicó a algún colaborador. Para el equipo, en ocasiones, supone llevar a cabo un proceso al que quizá no otorgan demasiado valor. Y es que alrededor de la valoración de rendimiento se realizan algunas tonterias.
1. Pasar más tiempo en valoración del rendimiento que en planificación del mismo.
La valoración del rendimiento es el final de un proceso continuo, basado en la comunicación entre manager y colaborador, el primero debería pasar más tiempo previendo problemas de rendimiento, al final de año la valoración sería un proceso cómodo y sin sorpresas.¿Y qué es más importante, valoración del rendimiento o comunicación y mejora
del rendimiento en curso? Manager, no tire piedra a su tejado.
2. Comparar entre colaboradores.
Si quiere conseguir que su gente no trabaje como un equipo, crear sentimientos negativos y dañar la moral, compare a sus colaboradores.
3. Olvidar que la valoración es sobre la mejora de rendimiento, no una herramienta para culpar.
La valoración se realiza para mejorar el rendimiento, no para buscar culpables de nada. En todo caso, es un momento ideal para que ambos -manager y colaborador -trabajen juntos para ayudarse a mejorar.
4. No utilizar instrumentos imparciales.
Puntuemos de 1 a 5, pero ¿en qué? Los managers tendemos a plantear ese 1 a 5 como algo no subjetivo por el hecho de presentarse de forma numérica, pero lo es y debemos verlo de esa manera y expresarlo al colaborador.
5. Valorar el rendimiento cuando el sueldo de colaborador no está sujeto a la valoración.
Algunos managers utilizan la valoración para justificar un “no aumento” -o sí- del sueldo. La valoración de rendimiento es para mejorar el rendimiento. Si usted la asocia al dinero alguna vez escuchará aquello de “me engañarán en el sueldo, pero no en el trabajo”. Ya sabe lo que supone.
6. Creerse en situación de valorar justamente al personal.
Algunos lo creen incluso sin apenas ver, ni saber, lo que realmente hacen esas personas, o los resultados de su trabajo. No es posible. La mayor parte de los managers no están en situación de supervisar al personal de una forma correcta. La valoración es más un acuerdo entre colaborador y manager.
7. Cancelar o posponer la reunión de valoración.
Como a nadie nos gusta hacerlo, cancelamos o posponemos y de esta forma transmitimos que la valoración no tiene ninguna importancia o es un proceso falso y engañoso.
8. Valorar lo trivial.
Es interesante leer en algunas valoraciones cosas tan fútiles como “contesta al teléfono antes de tres sonidos”. Semejante tontería muestra el nivel de las preocupaciones del manager y ni por asomo se acerca, no ya a la calidad -o falta de la misma- de los aportes de ese profesional, sino que ni siquiera nos indica si las respuestas, conversaciones o negocios mantenidos a través del teléfono, se hacen de forma correcta.
9. ¡OH! ¿Pero valoramos algo?
No analice durante un año el trabajo de sus colaboradores y luego… sorpréndales. Cuando ellos no hagan bien su trabajo, ni se le ocurra decirles nada, pero guárdelo para la reunión de valoración. Entonces…¡entonces es cuando se van a enterar!
10. La justicia estaría en medir a todos los colaboradores y todas sus actividades del mismo modo. ¿Pero usted cree que todos necesitan las mismas cosas para mejorar su rendimiento? Es necesario generar reacciones específicas. Unos no trabajan, otros precisan habilidades específicas y además ¿podemos usar el mismo acercamiento para valorar al director general que al operario de mantenimiento?
¿Por qué tienden los managers a realizar la valoración del rendimiento de esta forma? Seguramente, porque muchos somos los primeros en plantear que es un absurdo intentar encajar a todos en un mismo modelo. Al final, parece que la valoración de rendimiento no es más que una imposición del Departamento de Recursos Humanos, lo cual lo convierte en algo aún más absurdo.
1. Pasar más tiempo en valoración del rendimiento que en planificación del mismo.
La valoración del rendimiento es el final de un proceso continuo, basado en la comunicación entre manager y colaborador, el primero debería pasar más tiempo previendo problemas de rendimiento, al final de año la valoración sería un proceso cómodo y sin sorpresas.¿Y qué es más importante, valoración del rendimiento o comunicación y mejora
del rendimiento en curso? Manager, no tire piedra a su tejado.
2. Comparar entre colaboradores.
Si quiere conseguir que su gente no trabaje como un equipo, crear sentimientos negativos y dañar la moral, compare a sus colaboradores.
3. Olvidar que la valoración es sobre la mejora de rendimiento, no una herramienta para culpar.
La valoración se realiza para mejorar el rendimiento, no para buscar culpables de nada. En todo caso, es un momento ideal para que ambos -manager y colaborador -trabajen juntos para ayudarse a mejorar.
4. No utilizar instrumentos imparciales.
Puntuemos de 1 a 5, pero ¿en qué? Los managers tendemos a plantear ese 1 a 5 como algo no subjetivo por el hecho de presentarse de forma numérica, pero lo es y debemos verlo de esa manera y expresarlo al colaborador.
5. Valorar el rendimiento cuando el sueldo de colaborador no está sujeto a la valoración.
Algunos managers utilizan la valoración para justificar un “no aumento” -o sí- del sueldo. La valoración de rendimiento es para mejorar el rendimiento. Si usted la asocia al dinero alguna vez escuchará aquello de “me engañarán en el sueldo, pero no en el trabajo”. Ya sabe lo que supone.
6. Creerse en situación de valorar justamente al personal.
Algunos lo creen incluso sin apenas ver, ni saber, lo que realmente hacen esas personas, o los resultados de su trabajo. No es posible. La mayor parte de los managers no están en situación de supervisar al personal de una forma correcta. La valoración es más un acuerdo entre colaborador y manager.
7. Cancelar o posponer la reunión de valoración.
Como a nadie nos gusta hacerlo, cancelamos o posponemos y de esta forma transmitimos que la valoración no tiene ninguna importancia o es un proceso falso y engañoso.
8. Valorar lo trivial.
Es interesante leer en algunas valoraciones cosas tan fútiles como “contesta al teléfono antes de tres sonidos”. Semejante tontería muestra el nivel de las preocupaciones del manager y ni por asomo se acerca, no ya a la calidad -o falta de la misma- de los aportes de ese profesional, sino que ni siquiera nos indica si las respuestas, conversaciones o negocios mantenidos a través del teléfono, se hacen de forma correcta.
9. ¡OH! ¿Pero valoramos algo?
No analice durante un año el trabajo de sus colaboradores y luego… sorpréndales. Cuando ellos no hagan bien su trabajo, ni se le ocurra decirles nada, pero guárdelo para la reunión de valoración. Entonces…¡entonces es cuando se van a enterar!
10. La justicia estaría en medir a todos los colaboradores y todas sus actividades del mismo modo. ¿Pero usted cree que todos necesitan las mismas cosas para mejorar su rendimiento? Es necesario generar reacciones específicas. Unos no trabajan, otros precisan habilidades específicas y además ¿podemos usar el mismo acercamiento para valorar al director general que al operario de mantenimiento?
¿Por qué tienden los managers a realizar la valoración del rendimiento de esta forma? Seguramente, porque muchos somos los primeros en plantear que es un absurdo intentar encajar a todos en un mismo modelo. Al final, parece que la valoración de rendimiento no es más que una imposición del Departamento de Recursos Humanos, lo cual lo convierte en algo aún más absurdo.
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