Libertad es ese espacio que
nos dejan las ineficiencias
del poder.
del poder.
Me produce sobresalto el sonido de las alarmas. Me inquieta que unos desalmados puedan poner en jaque un país. Porque así ha sido, los controladores, esos ventajistas que al saberse imprescindibles se crecieron de tal manera que secuestraron a no sé cuantos cientos de miles de personas en esos “no lugares” -según la denominación de Marc Augé- donde el vértigo de la sobremodernidad nos convierte en objetos del anonimato. La falta de identidad, la despersonalización que las masas confieren al individuo hubiera debilitado rapidamente el asunto tal y como sucedió en las recientes huelgas salvajes en Francia, en Alemania,Inglaterra, en tantos otros sitios, sin ir mucho más lejos Madrid, donde se impidió la movilidad a los dos millones y medio de usuarios del metro (más los autobuses, más autocares y coches privados que ahora se movían libremente) sin que nuestro Presidente Rubalcaba, ni Zapatero, ese desaparecido Ministro de Deportes acudieran a salvarlos “manu militari”. Quizá porque entonces este
gobierno, el del ejército de la Srta. Pepis, el del “No a sólo alguna guerra”, el que se niega a reconocer como caídos en combate a los muertos en Iraq, Afganistán, etc., veían a sus amigos en los piquetes coactivos, quizá por el cálculo electoral, porque entonces eran sindicatos “de clase” y ahora no, quizá porque entonces la diana de todo los dardos sería el partido de la oposición, quizá porque aquella huelga se había convocado con los quince días de antelación obligatorios y ahora ellos mismos habían sacado el decreto con tanta premura que imposibilitaban la convocatoria sin que éste entrará en vigor. Quizá porque esto convertía a la protesta en una huelga ilegal y las huelgas -esa forma de protesta de los trabajadores que cada vez está más regulada por los poderosos- entonces las habían convertido en legales ellos mismos al concederlas, aunque esa concesión no permitiera el incumplimiento de los servicios mínimos, el bloqueo de cocheras y estaciones, la violencia, el destrozo de materiales ni la sangre de los que sólo querían trabajar.
gobierno, el del ejército de la Srta. Pepis, el del “No a sólo alguna guerra”, el que se niega a reconocer como caídos en combate a los muertos en Iraq, Afganistán, etc., veían a sus amigos en los piquetes coactivos, quizá por el cálculo electoral, porque entonces eran sindicatos “de clase” y ahora no, quizá porque entonces la diana de todo los dardos sería el partido de la oposición, quizá porque aquella huelga se había convocado con los quince días de antelación obligatorios y ahora ellos mismos habían sacado el decreto con tanta premura que imposibilitaban la convocatoria sin que éste entrará en vigor. Quizá porque esto convertía a la protesta en una huelga ilegal y las huelgas -esa forma de protesta de los trabajadores que cada vez está más regulada por los poderosos- entonces las habían convertido en legales ellos mismos al concederlas, aunque esa concesión no permitiera el incumplimiento de los servicios mínimos, el bloqueo de cocheras y estaciones, la violencia, el destrozo de materiales ni la sangre de los que sólo querían trabajar.
Trato de encontrar justificaciones a este “Estado de Alarma” (que me alarma) y sólo las encuentro en la estupidez de un colectivo profesional al que el gobierno enseñó el pico de la muleta y ellos embistieron ciegos de prepotencia sin saber que al final de la faena serían recompensados con el estoque. Mientras tanto, Rasputín Rubalcaba se frotaba las manos viendo como la crisis y la tensión con Marruecos, la confianza en un Zapatero venido a menos y en su “valido” venido a más, el deterioro de la imagen-país, la crisis que no quisieron ver a tiempo, la falta de medidas eficaces y el exceso de medidas absurdas, el gasto público desmesurado, los abrazos a dictadores, las amistades y componendas con unos sindicatos representativos que sólo se representan a sí mismos, la necesidad de una carísima financiación semanal a un precio desmesurado, la inseguridad jurídica que merma la competitividad, la aplicación retroactiva de leyes como el Estatuto que ponen en duda la jerarquía de la ley suprema, la gran derrota electoral en Cataluña, las encuestas demoledoras, la privación del pan a los parados de larga duración, la bajada de impuestos a las empresas y subida los trabajadores, todo eso y más quedaba en un segundo plano. Por eso nuestro flamante Primer Ministro se frotaba las manos.

El autogolpe de Fujimori me pilló en aquel Perú ahora lejano. ¿Se ha dado aquí también un “autogolpe” de estado? Juro que no lo sé, pero sí al menos un “ Golpe de Efecto”.
CODA: Hoy, el día que celebramos 32 años de nuestra Costitución, sólo a un gobierno como el nuestro se le ocurre celebrarlo decretando un “Estado De Alarma”, suspendiendo garantías constitucionales, haciéndoselo firmar a un rey que está apagando fuegos a más de 12000 kilómetros de distancia, con un Congreso –que por ley hubiera debido ser “reunido inmediatamente”- de puente. Sólo un Presidente que aplica -por primera vez en democracia- una norma que suspende derechos fundamentales y permite las requisas, los allanamientos, que nos retira el paraguas protector de las leyes civiles, que pone a todas las autoridades civiles, la policía, Guardia Civil, a todos los funcionarios bajo la disciplina y órdenes de la autoridad militar mientras dure el Estado de Alarma, que deja al libre albedrío de esa autoridad militar un montón de medidas que “dependen de la causa de su declaración”, entre otras la posibilidad de “limitar la circulación o permanencia de vehículos o personas, las reuniones en grupos de más de cinco personas, las requisas de cualquier bien perteneciente a un ciudadano, las prestaciones personales obligatorias, la intervención transitoria de industrias, fábricas, fincas, edificios públicos, etc, la limitación del uso de servicios o el consumo de artículos de primera necesidad” o la posibilidad de “impartir órdenes para asegurar el abastecimiento y funcionamiento de servicios y centros de producción”. Decía que sólo un Presidente que hace todo eso en democracia y lo hace sin despeinarse un pelo, puede enviar a sus segundos a comunicarnos algo tan grave… sin avergonzarse.
Pienso como tú. León
ResponderEliminarMuy bien explicado.Añadiría que se trata de intentar revitalizar el "efecto Rubalcaba" que se desinfló enseguida.
ResponderEliminarDesde Sevilla
No creo que Zapatero esté ni muerto ni de cuerpo presente como dices.
ResponderEliminarSi esta la hubiera montado un gobierno de otro signo, hablo de ponernos a todos a marcar el paso,no sé lo que hubiera pasado.
ResponderEliminarHoy vinieron a por los controladores, que se lo merecian, pero nadie se da cuenta de que se soluciono con un problema mayor. Es muy grave, muy grave lo que está pasando. Abierto el melón de poner al que no trabaja bajo la jurisdicción militar que más pude venirnos. Si dejan de trabajar los carteros ¿También se les militarizara? ¿Y los panaderos, os médicos, los conductores de autobuses, el personal de Renfe, los repartidores de butano, el personal de gasolineras, etc? ¿Todos trabajando por “galones?
Ni en la dictadura.
Un abogado Palentino. Gracias por tu valentía y cordura.