2 sept 2010

¡Po`s bueno! ¡Po`s fale! ¡Po`s m`alegro!

Es mejor estar callado y parecer tonto que hablar
y despejar las dudas definitivamente.
Groucho Marx

Él puede parecer un idiota y actuar como un idiota.
Pero no se deje engañar, es realmente un idiota.
No sé si “El mismo” o “Él mismo”.

Los meses de Agosto y por distintas razones no suelo empaparme especialmente de los periódicos, ni de televisión, si acaso algún pequeño toque a internet. En éstas estaba cuando me aparecen en pantalla 3 titulares planetarios (por aquello de que habrán dado tres vueltas al planeta a través de los satélites) hablándome de un tal Miguelin. Aún mayor fue mi sorpresa cuando aparece una cuarta “El Presidente del gobierno dice que el tamaño del futuro de España es del tamaño del niño Miguelin” ¡Coño, quien será el tal Miguelin! Primero pensé en una especie de aniñado Manolo el del Bombo fortaleciendo con su instrumento a ese personaje multicultural y monolingüístico que tenemos por presidente y la
curiosidad me hizo posar el dedo sobre la pantalla para ampliar aquella imagen. “¿Pero quién ha parido este ser?” “Pues Isabel Coixet y nos ha costado medio millón de euros” se apresuró a decirme Pedro mirando la pantalla por encima de mi hombro.
Resulta que el tal Miguelin es un monstruo falto de naturalidad, hipertrofiado, artificial, sin alma, un mamoncete en pañales con pinta de mocoso cagón, sin cerebro, lento en sus movimientos y con una sonrisa estereotipada, bobalicona y falsaria (la del muñeco digo) que según la Sociedad Estatal para Exposiciones Internacionales (SEEI) "pretende encarnar las propuestas para mejorar las ciudades, el reciclaje y las energías limpias, los nuevos medios de transporte, la solidaridad, la igualdad o la educación". ¡Toma ya! Y yo sin darme cuenta, pensando en la frasecita del presi y en si cuando a ese adonis lo desinflen y se quede en nada también representará el futuro de España, si entonces también será la alegoría de este tiempo y este país, con sus prebostes, su inmadurez, su tasado juicio, dispuestos a chupar de la teta, personajes en pañales en tantos aspectos. 
¡Y que frase la del Presidente! ¿Pero cómo le dejan decir tantas tonterías a esa criaturita? Y es que no para, en su afán por orientarse..perdón, quise decir por seguir hacia Oriente, se fue a Japón y tras las dos copas de Sake de bienvenida (sería honjozo-shu que carga más) trató de comparar ambos países. ¿Pero quién asesora a este necio que tampoco supo enterarse de que -con las formas de la habitual “cortesía” oriental- los periodistas que le oyeron se sintieron molestos y por eso le hicieron determinadas preguntas? Porque claro, no le iban explicar en una rueda de prensa que en Japón los 3,2 millones de parados suponen el 4,9%, apenas diferente a nuestro 20% bien pasado y sobre todo que cuando uno miente o ridiculiza a su nación, traiciona a los que en él han confiado, arruina su honor y el de los que con el colaboran, convirtiéndose en un orate capaz de vender las más descabelladas ilusiones para llevar a la ruina y el fracaso a todo un país, pues simplemente…se hace el Hara-Kiri (nos bastaría con el político) si quiere restablecer su honor. ¡Son tan raros estos japoneses!
Este David Copperfield (por el ilusionista, no por el que se inventó Charles Dickens) venia de atravesar la muralla china, pero como en el caso del mago también eran ilusiones, es más fácil que lo chinos copien el Miguelin de los cojones y nos lo vendan por miles aunque las muñecas de Famosa se vayan a la mierda y que sigan atiborrándonos de toros de juguete y castañuelas de plástico que el que este trilero oportunista, este demagogo incompetente, deshonesto, irresponsable y charlatán logre engañarles con sus cuentos (chinos) a pesar del buen rollito… de primavera del progre sonriente.
Hubo un tiempo, no lejano, en que salíamos diligentes a las calles con aquella hucha de cerámica a la que algún más voluntarioso que habil escultor le había dado la forma entrañable del niño con su negra coleta y gorro mandarín a pedir para los “chinitos”. Hoy les mandamos a Miguelin, nuestro niño más gordo (que por ser español tiene unas grandes posibilidades de irse al paro por mucho que intente lo contrario)  y al presidente más estulto a ver si los “chinitos”  nos sueltan algo, además -y para demostrar la buena marcha de nuestra economía- le acompaña el presidente de los empresarios españoles, un tipo que acaba de hundir sus compañías dejando a varios miles de trabajadores en la calle y del que se sospecha que cometió delitos monetarios en ese proceso.
¡Manda huevos!

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